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Publicado por en 28/11/2013 en BOMBARDEO DE GUERNICA

 

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Ocupación de Guernica

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Publicado por en 28/11/2013 en BOMBARDEO DE GUERNICA

 

III.- NUMENES MITOLOGICOS VASCOS

 

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      El universo mitológico vasco esta compuesto de creencias, personajes míticos y leyendas que llegan hasta nosotros desde el más remoto pasado, de tiempos muy anteriores a la cristianización. Ahora bien, ésta supuso un impacto tan brutal sobre todo nuestro acervo cosmogónico ª que no hay creencia, mito o leyenda que no haya sufrido su influencia y resulta hoy muy difícil rastrear datos anteriores a la cristianización, aislándolos de ésta. Los estratos religiosos, anteriores a la introducción del cristianismo, resultan profundamente alterados y deteriorados por este hecho. Los antiguos genios, por tenaz encono de la Iglesia, han llegado hasta nosotros estigmatizados con la mascara de seres siniestros que probablemente no tuvieron en el remoto pasado, véase los casos de Akerbeltz (de genio protector de los animales a encarnación del diablo) ó Mari (de diosa severa, paradigma de la belleza y distinción y poseedora de una gran justicia a bruja maligna).
      Vamos a tratar aquí sobre los personajes de nuestro mundo mítico y no he encontrado una introducción mejor a este capítulo que las letras originales de Aita Barandiaran, del que han bebido todos los posteriores investigadores del tema. 
        “Gran parte de las divinidades antiguas deben su origen a la personificación de las fuerzas de la naturaleza, las cuales han ejercido siempre influencia capital en la conciencia de los pueblos. Por eso, el estudio de las leyendas populares es de suma importancia para penetrar en la confusa variedad de tantos dioses y diosas desarrollada al calor de creencias arcaicas.
      Viene el cristianismo. Al paso que triunfa la creencia en sólo un Dios, Creador del Universo y Padre de todos los hombres, van perdiendo su importancia los dioses: en muchas partes desaparece su culto y hasta se olvidan por completo sus nombres. Pero la idealidad que pobló el mundo de seres suprahumanos, aquellas concepciones que por largo tiempo fueron patrimonio de los pueblos, continuaron influyendo en el pensamiento de las edades posteriores y, más o menos transformadas y desfiguradas, llegaron hasta nuestros días.” (1)
——————————————————————
(1) “DICCIONARIO ILUSTRADO DE MITOLOGIA VASCA”, Jose Miguel de Barandiaran. Obras Completas Tomo I, Biblioteca de la Gran Enciclopedia Vasca. Bilbao, 1972.

LA DIOSA MARI  (Anbotoko Dama)

MARI con sello

  
 MARI es la deidad principal de la mitología vasca, conocida en todos los rincones de Euskal Herria. Es la figura central del panteón mitológico vasco, la manifestación de las fuerzas de la naturaleza divinizadas. Pero no en el sentido de divino tal como lo entienden las grandes religiones patriarcales, sino en el sentido de sagrado de los pueblos indígenas. Todos los seres y ciclos naturales no son mas que distintas expresiones de una misma cosa, de Mari. Mari constituye un todo con la naturaleza, su  imagen arquetípica simboliza una cosmovisión naturalista, muy anterior a las grandes religiones patriarcales, abarcando los tres reinos (mineral, vegetal y animal) y los cuatro elementos fundamentales: tierra, aire, agua y fuego.   
    Todos los demás seres y genios están supeditados a ella y constituye un excepcional nexo con la cosmovisión originaria de los primitivos europeos, los europeos indígenas. Símbolo o personificación de la Madre Tierra (Lurra) y se trata de una divinidad de carácter femenino que adopta en el exterior la forma de una bellísima y elegante señora, quintaesencia de la coquetería femenina.    MARI es un divinidad ctónica (subterránea) y como tal divinidad subterránea, vive bajo tierra, en cuevas y grutas de altas montañas, metamorfoseando (“multiapariencia” ª) en genios y animales  procedentes del inframundo (del interior de la tierra). Toma figuras zoomórficas en sus moradas subterráneas, en las que es frecuente que muestre parte de sus extremidades de forma animal (pies de cabra, o de ave) o se presente como toro, macho cabrio (Akerbeltz es su animal preferido), novillo rojo, caballo serpiente, buitre, etc. y en cambio, en el exterior, en la superficie de la tierra y en la entrada de las grutas cuanto se presenta ante el ser humano, toma forma de bella mujer. Cuando viaja por los aires, es observada rodeada de fuego, en forma de nube roja, media luna o hoz ígnea, ráfaga de viento, etc. Rodeada de riquezas, con la magnificencia y suntuosidad que corresponden a su cargo y persona, cuando hablamos de la calidad de sus útiles personales, así como el mobiliario de su ajuar doméstico, tenemos que hablar siempre de oro macizo. Los “Zezengorri” o “Behigorri”, toros salvajes autóctonos de la zona, eran los encargados de proteger los tesoros de las grutas donde moraba la diosa.
     Resulta demasiado obvio como para ignorarlo, la vinculación de su esencia ctónica (subterránea) con el paleolítico  y las expresiones artísticas y culturales de las cuevas prehistóricas del cantábrico y el Pirineo, donde la cueva se concibe como entrada al útero de la Madre-Tierra, lugar donde se gestan todas las criaturas vivientes.
     No puedo sino transcribir la explicación de Andres Ortiz-Osés, sobre el posible origen paleolítico del mito de Mari:
             “El trasfondo arquetípico de la mitología vasca hay que inscribirlo en el contexto de un Paleolítico dominado por la Gran Madre, en el que el ciclo de Mari y sus metamorfosis ofrece toda una simbología típica del contexto matriarcal-naturalista. De acuerdo con el arquetipo de la Gran Madre, esta suele encontrarse relacionada con los cultos de fertilidad, como en el caso de Mari, quien es  la hacedora de lluvia o pedrisco, aquella de cuyas fuerzas telúricas dependen las cosechas, la vida y la muerte, la suerte (gracia) y la desgracia.
           Mari no es sino la proyección de una experiencia primigenia: la experiencia vivida bajo el misterio del embarazo femenino, de la alimentación y cocción femeninas, de la magia curativa de la mujer, del hogar como centro de la casa. Mari no solamente es la epifanía de Ama Lur (La madre Tierra/naturaleza y sus fuerzas personificadas) sino que  representa el ordo natural, cuyas redes teje y desteje en las astas de su carnero. A esta divinidad máxima vasca se le ofrenda simbólicamente el carnero, animal sagrado por excelencia, cargado de valores curativos y mágicos […] Mari representa el arquetipo matriarcal predominante en el Paleolítico […] La Gran Diosa vasca Mari es claramente el símbolo de la  Vida, la naturaleza y sus fuerzas telúricas”.
                                             Andrés Ortiz-oses,  “El Matriarcalismo vasco”
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     Se desplaza, de vez en cuando, al exterior a través de simas, cavernas y pozos. Tal como hablamos de multi-apariencia podemos hablar de multi-situación o multi-ubicación, pues Mari acostumbra a cambiar de morada a menudo y, una vez fuera, se traslada por el aire visitando sus varias moradas en las sierras montañosas de nuestros lares, tal es así, que se le atribuye una morada en casi todas las montañas de nuestro agreste país. Las más conocidas son en el monte Amboto, Oiz, Mugarra, Aizkorri, Aralar y Murumendi. A MARI se le conoce con numerosos nombres, “Maya”, “Leseko-Andre” o “Ioana-Gorri”, si bien lo común es, que en cada comarca, su nombre vaya unido al del monte o paraje en el que se cree habita, “Aralarko Damea” (la Dama de Aralar) o “Anbotoko Sorgiña” (la Bruja de Amboto). Personalmente siempre la he conocido como“Ambotoko Dama” (la Dama de Amboto), desde que me enamore de ella en mi juventud, nombre con el que se le conoce habitualmente en Bizkaia. En Oñate se dice que cuando MARI reside en el Amboto, llueve copiosamente. Así pues, el monte Amboto, adquiere la categoría de famosa montaña mitológica por ser la morada de MARI.
     Es la reina del resto de genios que le acompañan, usualmente en forma de animales. Su imagen (como la de otras muchas tradiciones) varía según el pueblo o zona geográfica que la describe. MARI puede aparecer portando en sus manos un palacio de oro, sobre un carro que vuela tirado por cuatro caballos, como una mujer en llamas que cruza el aire, puede estar montada sobre un carnero, como una mujer grande cuya cabeza aparece rodeada por la luna llena, etc. También se dice que adopta formas de animales cuando habita las regiones subterráneas donde mora. Estas comunican con cuevas o simas donde ella se aparece más a menudo.
     Genio, diosa ó diablo, preside las tormentas y derrama lluvia abundante para fertilizar la tierra, o castiga los pueblos con pertinaz sequía. Así pues, Mari somete la naturaleza entera a su voluntad, ella misma es la naturaleza misma o una personificación de ésta, dominando los fenómenos climatológicos, carácter fundamental en un país eminentemente agrícola.
   En algunas leyendas aparece con un acompañante masculino subordinado, SUGAAR, serpiente macho (también llamado Maju oHerensuge), y cuando ambos se juntan en sagrada unión o “mixis”, se desatan violentas tormentas. En esta dualidad cósmica que siempre acompaña a la figura de Mari, Sugarr representa las fuerzas masculinas celestes simbolizadas arquetípicamente como una serpiente-rayo-dragón.
     Esta simbología se fundamenta en el hecho de que para nuestros antepasados, la unión sexual entre el Padre Cielo y la Madre Tierra se producía durante las tormentas, ya que de dicho encuentro surgía la lluvia seminal que fecundaba las cosechas. Y en este apareamiento cósmico, el rayo representaba el poder fertilizador del principio masculino celeste que penetraba por las simas y cavidades uterinas. Este fenómeno atmosférico fue interpretado por nuestros ancestros como una serpiente-rayo o dragón (relacionado con los elementos masculinos fuego y aire).
Sugaar , al igual que el joven dios de las cosechas de tiempos neolíticos, debe ser entendido en última instancia como una emanación de la propia Diosa (símbolo del Todo) que le permite a ésta autofecundarse (Diosa partenogénica). Un ejemplo de este arcaico simbolismo lo encontramos en  el mito de la creación de los pelasgos, recompuesto por Robert Graves y en el que la Diosa Eurínome crea a la serpiente Ofión a partir de si misma.

     Pues bien, la etimología de Sugaar  es sumamente esclarecedora y a la vez polivalente: Por un lado puede ser ”suge” (serpiente) +”ar” (macho), pero otros autores también sugieren “su” (fuego) + “gar” (llama). También en su acepción como suarra,  obtenemos “su” (fuego) y”harra” (gusano).
    Estos relatos en torno a los amantes Mari y Sugaar pueden considerarse como una reliquia de la Europa primigenia, ya que conservan aún el simbolismo original del personaje del dragón como amante de la Madre Tierra y lo relacionan directamente con las celebraciones del Matrimonio sagrado neolítico. Por eso, en muchas leyendas europeas, incluidas las vascas, el dragón aparece vinculado al interior de una cueva, que representa para los pueblos primitivos el útero de la Diosa-Madre dónde se unen los dos principios que originan la vida. Más tarde, el cristianismo católico calificaría este encuentro entre amantes como un rapto del dragón, creando nuevos mitos en el que el original representante del principio masculino de fertilidad era asesinado y sustituido por el nuevo héroe caballeresco patriarcal.
    Finalmente, volviendo de nuevo a ese banco de datos sobre la cosmovisión indígena europea que es el euskera, podemos entender un poco más el simbolismo arquetípico que contiene la “relación” entre Mari y Sugaar, apoyándonos en el trabajo previo del escritor Jakue Pascual. Pues bien, en euskera la palabra relación se dice “harreman”, compuesta en su etimología básica por “ar” (masculino) “eme” (femenino), pero que también podemos interpretar desde la manifestación dinámica de estas dos energías, así tenemos: “Har” (tu) del verbo “coger, tomar” y “eman”, del verbo “dar, ofrecer”. Encontramos pues, en la etimología de esta palabra, una hermosa síntesis lingüística y filosófica de las dos polaridades energéticas de la naturaleza, cuya complementariedad (harreman) conforman la unidad primordial de todas los seres y procesos naturales. En palabras de Jakue Pascual: de la infinita representación de la implosividad y expansividad de la forma primigenia que simboliza el lauburu, (símbolo ancestral del pueblo vasco).
    Por tanto, y si proyectamos este concepto a las “relaciones” humanas, tenemos que para nuestros ancestros creadores del idioma y de la cosmovisión vasca, la  armonía entre las personas se basaba en el equilibrio entre el “dar” y el “recibir”, entre ar y eme, entre lo masculino y lo femenino. Esta es la analogía contenida en las ceremonias del “Matrimonio sagrado” neolítico (hierogamia) en las que sus ritos se ocupaban tanto de armonizarse con las fuerzas duales de la naturaleza (femenino-terrestre y masculino-celeste) como con las “relaciones” humanas entre el hombre y la mujer. Y esto es, en definitiva, lo que simboliza y enseña la relación entre Mari y Sugaar: la armonía y complementariedad entre las dos polaridades de la naturaleza, lo que en la tradición alquímica se denomina andrógino sagrado.
Txema Hornilla, “Los héroes de la mitología vasca”
     Otra leyenda dice que se casó con un mortal de Beasain que trató de bautizar a sus hijos. Como ella no era cristiana, se negó a bautizarlos y desapareció envuelta en llamas regresando a las peñas del Murumendi.
     En la mayoría de leyendas tiene dos hijos: Atarrabi y Mikelats, el primero bueno y arquetipo de cristiano, acabo haciéndose cura, el segundo malvado y arquetipo de pagano, se fue a una recóndita cueva donde Etsai (el Diáblo) formaba a sus acólitos.
           En primer lugar esto nos cuenta un poco más de Mari, a través de sus retoños. Lo primero que nos dice es que Amalur, siendo fuente de todo, también es fuente del bien y del mal, y que por ende está por encima de cualquier concepto de dualidad. Está más allá de lo mortal, pero también más allá de lo inmortal, siendo Diosa, es en raíz más que Diosa y siendo humana (o con capacidad para procrear con humanos, como nos cuenta la leyenda en la que tiene un hijo con Don Diego López de Haro, señor de la Villa de Bilbao) es también más que humana.
        Además, de Mari nos dice como ella conserva su posición como soberana, siendo su hijo Atarrabi el arquetipo del cristianismo, y Mikelatz el arquetipo de Paganismo, Mari nos confiesa los vehículos mediante los cuales apadrina (amadrina, en realidad) ambas espiritualidades, aparentemente en conflicto, pero complementarias para ella, de una forma que ya he ejemplificado más arriba. Mari, inteligentemente, crea un vehículo, Atarrabi, mediante el cual conservar su existencia aun con el cristianismo derramando agua consagrada por los antiguos lugares de culto. Su sangre corre por las mismas venas de los paganos (Mikelatz) y de los cristianos (Atarrabi) y así Mari se vuelve a auto-perpetuar sin necesidad de hombre. No se tiene que casar con el hombre extranjero, pues gracias a Sugaar, la serpiente macho, es capaz de crear a sus dos hijos, manteniendo la independencia y reafirmando su existencia.”
                                                                       Jack Green, “La Diosa Mari”
    MARI desata tempestades, pero no siempre es fuente de temor y ayuda a quienes creen en ella. Con frecuencia la gente se dirigía a ella en busca de consejo como en una ocasión en la que un hombre acudió hasta su cueva del Amboto para pedirle consejo porque su ferrería no funcionaba, y esta le dio certera solución. A veces hace de oráculo, hilando la madeja del destino, dentro de su cueva, frecuentemente sobre los cuernos de Aker, su fiel numen servidor. Hilo del destino (a veces de oro), símbolo de los caminos de la vida, que Mari corta, cose o une a su libre albedrío.
     El oficio de hilandera y tejedora, típicamente femenino y tan frecuente en las leyendas vascas, permitía a las mujeres de antaño reunirse durante horas sin presencia masculina. Estas reuniones servían para mucho más que simplemente coser y establecía fuertes vínculos entre las mujeres de cada valle. Txema Hornilla argumenta que algunos ritos de carácter femenino pudieron estar relacionados con este oficio.
    Pero existía un protocolo al acudir a casa de MARI que consistía en tutearla siempre, no sentarse nunca, aun cuando ella invitase a hacerlo y salir de la cueva de la misma forma en que se había entrado, normalmente caminando hacia atrás.
    MARI condena la mentira, la jactancia, la falta de ayuda al prójimo y el robo (castiga quitando el objeto del robo). Si son pastores suele llevarse un carnero, pero su castigo más ruidoso es el pedrisco, que lanza ella o su hijo Mikelats desde el mundo subterráneo. Se decía que  abastecía sus arcas a cuenta de aquellos que niegan lo que es y afirman lo que no es, “ezagaz eta baiagaz”, “lo dado a la negación la negación lo lleva” (Ezaí emana, eak eaman; Ezagaz eta baiagaz bizi emen da).  Faltar a la palabra, al otro, a la tribu, es ser maldito por romper la ley de los antepasados (mairuak). El compromiso con la propia tierra, con los seres humanos fruto de ella, es ineludible.”
     El culto a MARI se manifestaba en una serie de costumbres: obsequiarla con un regalo al año, (frecuentemente un carnero), lanzar piedras al interior de las cuevas diciendo estas palabras: “Au iretzat etani Jainkoarentzat”, «esto para ti y yo para Dios». En Aralar los pastores practicaban esto mismo, echando piedras en los dólmenes de Obioneta y Ziñeko-gurutze, operación que era considerada como una oración.
En la planicie de Gaztelueta en la Sierra de Aralar hay un túmulo formado por piedras arrojadas por la genteen la noche de plenilunio o luna llena. Quien hace anualmente un obsequio a Mari no verá caer pedrisco sobre su cosecha (creencia de Kortezubi). El mejor obsequio que se le podría hacer era sin duda llevar a su cueva un carnero.
     Según dicen, en una ocasión el párroco de Mugiro (Nafarroa) fue a celebrar misa en la misma sima de MARI y, si durante la misa, MARI se encontraba en ella ya no granizaba en el lugar durante un año.
    Existían charcas sagradas, como una que existe cerca de Ujué y otra que existe junto al castillo de Javier, en las que hacían lo mismo las mujeres que deseaban tener hijo. También se depositaban monedas en las cuevas habitadas por los númenes, así se han encontrado monedas romanas e íberas en muchas de ellas.
     En Ispazter, al aparecer la cumbre del Otoio coronada de nubes, decíase frecuentemente: “ Marie labakok labakoa Darko da euria eingo dau laster” (Mari la del horno cuece el pan y pronto ha de llover) según datos recogidos por Barandiaran en dicho pueblo, en 1921. “Damizilo”, caverna de la Dama es una cueva  de Ispazter.
    Otra leyenda narra que una muchacha de un caserío, también Mari de nombre, se pasaba las horas peinándose, harta la madre de su indolente actitud le grito un día: ¡Ojala que te lleven mil rayos! , al instante la hija desapareció. MARI la mantiene cautiva  a causa de la maldición de su madre.

      MARI, como sacerdotisa (sorgin), rige la conducta de los seres humanos, defendiendo, sobre todo, la obediencia a la madre e, igualmente, educa y transmite conocimientos (misterios) a la mujer.
      “Mari, la diosa ancestral, suele llevar cautiva a una jovencita y la retiene por un tiempo en su cueva, enseñándole a hilar y desvelándole ciertos secretos. Nos hallamos frente al arquetípico esquema de la iniciación femenina, con la reclusión de la novicia en un lugar donde no ha de ver el Sol y en conexión, por tanto, con el simbolismo de la Luna como artesana del tiempo y tejedora de la existencia, concebida ésta a modo de laberinto, como un intrincado cruce de caminos (posibilidades de ser) sobre el que se cierne el destino. No en vano la tela de araña, imagen perfecta de este concepto, se llama en euskera “amama sare” , es decir, red de la abuela ( o lo que es lo mismo, red de los ancestros femeninos).”
      Txema Hornilla, “Zamalzain el chaman y los magos del carnaval vasco”
   Sin ánimo de repetirme creo conveniente, por su evidente importancia, resumir y sintetizar las características de nuestra principal deidad, de nuestra Diosa Madre (de la mano y pluma de Andrés Ortiz-Oses):
* Mari es nuestra antepasada totémica, la proyección mítica de la comunidad vasca considerada totémicamente como femenina, reflejando claras relaciones matriarcales.
* El principal numen vasco posee los medios mágicos, tiene carácter de Sierpe engullidora, raptora de almas, (como la Sierpe mítica).
* Mari es la Maga euskara: sus propios nombres y funciones la hacen Maga, Hechicera, Encantadora y Bruja.
* Como espíritu-guardian, tiene afiliación y metamorfosis en el mundo vegetal y animal (“Basoko Mari”, Mari del bosque, de sus árboles y animales). También con el mundo mineral, con sus cuevas sagradas. Finalmente, aparece como dueña de las aguas y de la fertilidad-fecundidad.
* Es la madre de los elementos. Posee las llaves del sol, el viento, las aguas y la tierra.
* También posee los saberes mágicos sobre la animales (caza) y sobre la agricultura primitiva, posteriormente usurpada por héroes cristianos “listillos”.
* Es señora del Destino y de la Muerte. Como guardiana de jefa del inframundo, no solamente es la específica divinidad lunar y nocturna, sino albergadora de las almas de los antepasados. Ella misma vive del “no” , la “negación”, el “envés”, es decir “la otra cara” de las cosas: la muerte, la negatividad, oscuridad y nocturnidad.
* En su ritual de peinar y atusar su cabellera con peine de oro, MARI construye y desconstruye el mundo, habitando su oquedad, su vacío y “el lado del espejo”.
* Como iniciadora mítica o primera Heroína cultivadora ofrece el más prototípico carácter de regeneración. Ella misma dona sus poderes y medios mágicos de tipo iniciático: fetiches, amuletos, oro y ciencia.
* Su antro alberga oro, piedras preciosas y talismanes, objetos todos mágicos que remiten al otro mundo, como ámbito de iniciación y confrontación con la muerte. Su antro–cueva representa por sí mismo un lugar de ida y vuelta, de transmutación y transformación, de regeneración, en suma. “Topos” sagrado de vida y muerte, muerte y renacimiento. Su cueva, como el Hades olímpico, señor del mundo subterráneo que alberga a los muertos, es lugar-límite, prohibido y transgredido a la vez.

BASAJAUN (EL Señor del bosque)

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     El culto a los árboles (dendrolatría) es común en los viejos países europeos del centro y del septentrión, debido a la vegetación forestal que marca el paisaje y el carácter de las gentes que habitan estas zonas. No podía ser menos en toda la franja cantábrica, desde Galicia, pasando por Asturias y Cantabria, hasta Euskal Herria, con una tupida cubierta forestal.  No puede resultar extraña la idolatría que el vasco ancestral ha sentido por los árboles si tenemos en cuenta lo tupido de sus bosques sobre un  terreno abrupto, auténticas selvas hace décadas y de los que siempre emanó un halo mágico y misterioso.
      Siguiendo de nuevo a nuestro estimado erudito, Julio Caro Baroja (1), este culto a los árboles podemos sintetizarla en tres formas:

  • veneración por los árboles y bosques en general.
  • veneración por determinados árboles y bosques en particular.
  • veneración por los espíritus que habitan los árboles y los bosques.

     Antes que ninguno el roble ha sido un árbol sagrado para los vascos desde la más remota antigüedad y su nombre euskérico “Haritz”, aparece hasta once veces en lápidas precristianas de Aquitania.
     Los árboles, en general, tienen un significado profundo en la vida colectiva, política y legal entre nosotros. Los fitónimos (nombres relacionados con lo vegetal), tienen gran importancia en la toponimia y en los apellidos vascos. Iñigo Arista, primer rey de los vascos, llevaba este apodo por alusión al roble “Aritza”. Los apellidos están representados por los blasones y emblemas heráldicos, en los que los árboles tienen enorme representación desde antiguo.
     Tampoco olvidemos que en la vida institucional los árboles tienen un papel destacado, bajo ellos se celebraban las juntas y reuniones donde se tomaban decisiones políticas y bajo el roble milenario juraban los reyes defender las leyes que se había dado el pueblo.
     Según las leyendas y creencias que, sobre los bosques, han llegado hasta nosotros, a bosques y árboles se les atribuía pensamiento racional e incluso capacidad para caminar.
     El árbol es un elemento festivo de mayo, mes de ritos primaverales y emblema de la regeneración natural, es costumbre en muchos pueblos de nuestra geografía, talar un árbol el último día de abril, que desmochado y descortezado se coloca en medio del pueblo, cargándolo de adornos que lucirá durante todo el mes de mayo. Si a este tronco se le dejaba,  en el extremo, parte de la copa, el nombre que se le daba era el de “La maya”. Cuando en lugar del árbol  se colocaba un largo poste de madera a modo de cucaña, se le conoce por “mayo”. El profundo sentido ancestral y pagano es claro.
      Los númenes más conocidos de los bosques de la antigüedad clásica son los sátiros y las ninfas en Grecia, los silvanos y faunos en Roma. En la mitología europea, y la nuestra entre ella, estos númenes del bosque tienen un carácter más rústico, menos refinado y literario.
     Encontramos cuatro dedicaciones al dios “Fagus”, que, siguiendo a Julien Sacaze (2), podemos relacionar su culto al haya (en euskera “pagoa”). “Arixo”, es otra divinidad vegetal, asimilado a Marte, “Aritza” es roble en euskera. Todos estos cultos han desaparecido sin dejar rastros individuales. La cruz ha sustituido muchas veces a antiguos árboles sagrados, es muy probable que hayamos pasado de adorar a algún árbol a adorar la cruz de madera.
   Siguiendo el hilo del razonamiento, si adoramos los árboles y los bosques desde nuestro más remoto pasado, como no íbamos a tener un protector, un señor de los bosques, nuestro BASAJAUN, de gran importancia dentro del imaginario pagano vasco. También conocido por Basojaun, Baxajaun o Anxo. Personalmente siempre lo he conocido por Basojaun pero, como no podía ser de otra forma, me pliego al sentir más generalizado.
   En la mitología aragonesa aparece un personaje de similares características conocido por Basajarau, Bonjarau o Bosnerau. Esa primera variante, por su similitud, nos sugiere que el Basajarau, bien podría provenir de nuestro Basajaun. También en el pirineo catalán se recogen mitos similares (Violant i Simorra). Recordemos que sobre el siglo I de nuestra era, el euskera se extendía por casi todo el Pirineo, adentrándose incluso en el Pirineo Catalán, como lo atestigua la toponimia. Recordemos que el actual Aragón fue territorio del Reino de Navarra.  Estos datos nos dan una idea de la antigüedad de nuestro querido númen.
        Se trata de un personaje no demasiado elaborado, casi esquemáticoSeñor salvaje, señor del bosque, montaraz morador de los bosques más profundos, de apariencia humana, alto (Agustín Chao lo sitúa entre los gigantes), con su cuerpo velloso, sus grandes barbas y una larga cabellera que le cae por delante hasta las rodillas cubriendo cara, pecho y vientre, con uñas largas y duras como las garras de una fiera, su fuerza extraordinaria y su caracteres animales en lo físico y en lo espiritual (tiene un pié como el de los hombres, el otro, en cambio, es redondo como una pezuña de caballo), no exento de rústica ingenuidad y de una arquetípica e irreductible humanidad, no cabe duda que en la antigüedad fue una divinidad o un numem secundario de los bosques. No habla con los humanos, se da a entender por señas. En muy pocos relatos aparece como un ser dañino o peligroso en la mentalidad popular, aunque, su presencia, infunde respeto y miedo. Se presenta en algunos relatos acompañado de otros compañeros.
               “Numen con participación de hombre y de bestia montaraz, ágil como los corzos de Belate, irresistible como el huracán, fuerte como los graníticos peñascales de Roncal, inexorable como el destino, monstruo cuyos puños de acero arrancan de cuajo robles seculares que blande a guisa de makilla, cuyos ojos, cuando la cólera le agita, lanzan rayos, y cuya voz retumba, ensordece, aterra, como la de las tempestades de los mares de Cantabria”.
      Con esta concepción romántica lo sueña  Iturralde y Suit, citado por nuestro etnógrafo y sacerdote Jose María Satrustegi, (3).
      Protege los rebaños avisando a los pastores con fuertes silbidos para prevenirles cuando se acerca una tormenta, y estos puedan poner a cobijo sus rebaños. Evita que el lobo se acerque a los apriscos.. Cuando BASAJAUN esta cerca, las ovejas agitan sus cencerros para hacer saber al pastor que puede echarse a dormir tranquilo. Pero, claro esta, Basajaun pretende cobrar algún tributo por sus servicios, como veremos en uno de los relatos.
              “Basajaun es el misterio impenetrable de aquellos bosques primitivos. El ruido de sus pisadas estremece, con crujido de hojas secas, el silencio contenido del roble y de las hayas en las horas más serenas.
              Es viento que cimbrea la copa más alta de los hayedos y levanta remolinos de polvo de la herida mortificada de cada camino. El huracán que arranca airado los árboles en sus noches de insomnio, y el tronco añoso que cruje con chasquido de huesos calcinados por la vida y el tiempo.
             Basajaun es latido que habita en las limpias cascadas y en las venas de cada riachuelo con mensaje refrescante de eterna primavera.
             Basajaun es misterio trascendente que inspira la densa espesura impenetrable de la primera selva virgen hollada y masacrada por el hombre, dispuesto a hacer del cadáver de cada tronco vaciado mortaja de los seres que profanan su religiosa intimidad.
              Ante la majestuosa grandiosidad de la montaña poblada de tupida vegetación, el hombre se sentía anonadado, vigilado y perseguido por el espíritu desconocido que intuía en cada sensación extraña. Tenía que expresar sus vivencias, definir sus sobresaltos, con alusión a la fuerza sobrehumana que los provoca llamando por su nombre al caminante.
               La experiencia se repite, cunde la sicosis por mimetismo y se instala establemente en los mecanísmos del alma colectiva, que traduce sus vivencias en lenguaje codificado del mito.
               Basajaun es, entonces, la personificación de la energía misteriosa que sacude los bosques ante la mirada atónita e inoperante del hombre. Es el alma de la vegetación, símbolo de la vida que renace y se perpetúa en la jungla.
              El Genio del dominio originario, el poseedor que crea y reviste de vida real los montes y valles, participa de atributos cuasi-divinos, y se llama Señor de los bosques, BASAJAUN.” (4)

BASAJAUN con sello

  Pío Baroja, familiarizado en Itzea con el susurro del agua y las brisas de Ibardín, en el desfile de moradores del Bidasoa de “La Leyenda de Juan de Alzate”, presenta un Basajaun discreto y poco ceremonioso, entre vigoroso gigante y hálito de Ninfa. No se mete con nadie, ni amedrenta a los viajeros.
     También cuenta con pareja femenina Basandere, cuyas características describiremos más adelante.
     Personalmente siempre lo veré como al terco y obstinado, pagano y montaraz, con el que me identifico, portador de nuestros valores más atávicos, morador en lo profundo de nuestros bosques y que se resiste obstinadamente a ser asimilado por los nuevos tiempos.
     Aparece en los relatos populares como primer agricultor, y también como primer herrero y primer molinero. Es maestro en todos estos oficios, y el hombre, valiéndose de engaños y artimañas, le robó el secreto de la fabricación de la sierra, del eje del molino y del modo de soldar metales.
     Contemos algunas viejas historias que se relataban las noches de invierno al calor del bekosue.
                 “San Martín cuando vino a Ataun, no tenía conocimientos ni del lugar ni de la labranza. Quería edificar una iglesia en una pradera, en el sitio más ancho de la vega. El Basajaun quería se hiciera sobre la colina (en el cementerio de hoy). Los trabajos que hacía éste de día, San Martín los trasladaba de noche a la vega. Una noche estaba una vieja acechando. San Martín dijo a su pareja de bueyes:
                               Arre, blanco; arre, rojo
                               a ese vieja que está acechando
                               sácale un ojo.
                  Un buey, con sus cuernos, le sacó la ojo a la anciana.
       Edificó San Martín la iglesia; pero para los servicios de la misma no tenía ni cereales no heredades.
       Pidió socorro al Basajaun, pero en vano. Este estaba dando brincos sobre la simiente de trigo. San
       Martín; viendo a aquél en tal forma, se hizo unas polainas hasta arriba de las piernas y vestido de ellas:
      — También yo haré como tú—  le dijo al Basajaun.
       Comenzó el también a saltar de un montón a otro, y las polainas se le llenaron de simiente, robó el trigo.
Otra leyenda, complementaria ó parte de esta, narra:
       “ … estaban unos basojaunes cultivando trigo en la montaña de Muskia, en Ataún, cuando recibieron la visita de San Martín Txiki, un cristiano amigo de ellos. Viendo cómo los montones de trigo se encontraban separados unos de otros, apostó con los genios a ver quien era capaz de saltarlos por encima. Aceptaron estos el reto, saltando los basojaunes sin dificultad alguna. Cuando le toco el turno a San Martín Txiki, tomo carrerilla y salto, pero intencionadamente se dejo caer sobre uno de los montones.
   San Martín, que había venido con unas abarcas más anchas de las que usaba habitualmente, dio por perdida la apuesta ante las fuertes risotadas de sus colosales contrarios. Se despidió de los genios, que no paraban de burlarse de él y emprendió el camino de regreso a su  casa con las abarcas llenas de granos de trigo. Pero, los basojaunes, cuando acabaron con sus chanzas, se percatan del ardid que había empleado su supuesto amigo para robarles el trigo que los hombres desconocían y ansiaban, salieron en su persecución. Uno de ellos llegó a lanzarle un hacha, que fue a clavarse en el tronco de un castaño. San Martín Txiki, veloz como un rayo, había conseguido ponerse a salvo. Ya tenía el trigo y su simiente, pero desconocía cuando sembrarlo.
   Días más tarde, un hombre que paseaba cerca de la cueva de uno de los basajaunes, le oyó a éste meditar:
—Sí los hombres supieran esta canción, bien se aprovecharían de ella— , cantando a continuación:
                                  Brote de hoja, siembra el maíz;
                                  sequía de hoja, siembra el nabo;
                                  caída de hoja, siembra de trigo.
       Aquel hombre, que conocía la anterior correría de San Martín Txiki, le falto tiempo para referírsela. Así pudo éste sembrar la primera cosecha de tan preciado cereal, cultivo que a partir de entonces se extendió rápidamente por el mundo.
     Un halo de misterio ha envuelto el origen del maíz, que hoy sabemos llegó de America. El pueblo sin recurrir a sesudos investigadores ya conocía hace tiempo el origen de la primera cosecha de maíz. La semilla del arto fue robada a los basajaunes  por San Marín Txiki, cuando éste, apostado y oculto en un árbol, escucho a los basojaunes:
                 “Elorritxoa loran dago, artoa ereten giro dago” (El espinito está en flor, para siembra de maíz buena sazón)
 El artero cristiano, puso en práctica la involuntaria lección y así se extendió la siembra del maíz por el mundo.
     Hay siempre un héroe cristiano que roba su secreto a los genios y después lo extiende por el mundo. ¡Faltaría más! .
      En Oyarzun (Gipuzkoa), se cuenta como San Martiniko, que es el como se le conoce allí, logró que el Basajaun le descubra el secreto de la fabricación de la sierra. Para ello mandó a un criado a la morada de los genios, con el encargo de proclamar: “San Martiniko ha fabricado la sierra”. A los que, muy extrañado, el ingenuo Basajaun pregunto: “¿Es que tu amo ha visto la hoja del castaño?”. No la ha  visto, pero la verá –respondió el criado-. Informado San Martiniko fabricó una sierra. Pero el Basajaun rabioso por el engaño, entro uno noche en el taller del artero cristiano y, uno a uno, torció todos los dientes de la flamante sierra, uno para cada lado, con intención de inutilizar la herramienta. Cual fue la sorpresa de San Martiniko cuando al día siguiente al ir a emplear su nueva herramienta, se percato de la manipulación, comprobando sin embargo, que esta mejoraba su utilización. Así descubrió el hombre la primera sierre con dientes triscados.
     Se cuenta en Kortezubi que con igual treta logró averiguar como hacia el Basajaun para soldar dos piezas de hierro:
           “mando San Martiniko, anunciar por la zona que él había descubierto el procedimiento para soldar el hierro. Entonces el Basajaun pregunto al pregonero: “¿Es que San Martiniko asperjó con agua arcillosa las piezas de hierro?” – No lo hizo, pero ya lo hará—contestó el pregonero. Y así, utilizando como fundente la arcilla con agua, San Martinikologró la soldadura del hierro, técnica que luego se propago por los pueblos.” (5)  
En la región de Sara
               “cuentan que el eje del molino de San Martiniko era de roble y se quemaba luego inutilizándose para el trabajo. En cambio, el del molino del Basajaun duraba mucho. San Martiniko mando anunciar que su molino funcionaba ya sin desmayo. –Eso quiere decir que le ha puesto eje de aliso—comentó el
       Basajaun. – ¡Se lo pondrá¡— contestó el pregonero.”
      Cuenta una leyenda de Esterenzubi (Baja Navarra): 
                “… los vaqueros del pueblo dejaban un trozo de pan para Anxo, que acostumbraba a venir cuando ellos ya se habían dormido. Pero una noche se olvidaron de dejar el pan, haciéndolo sólo unade ellos, el más joven precisamente. A la mañana siguiente descubrirían que el señor del bosque les había robado la ropa a todos, menos al que no olvido la ofrenda. Los vaqueros ofrecieron entonces regalarle una ternera al más joven de sus compañeros, si iba hasta la caverna donde habitaba Basajaun y recuperaba la ropa. Aceptó de buen grado el joven y se presentó ante el genio. Pero no sólo recuperó los vestidos robados, sino que recibió una extraña recomendación de Anxo: — A la ternera que te han regalado, dale ciento un palos—. Así lo hizo el vaquero cuando estuvo de vuelta, y prodigiosamente, aquella ternera le dio ciento un terneritos” (6)


  • (1) “RITOS Y MITOS EQUIVOCOS”, Julio Caro Baroja, pág. 340.
  • (2) “INSCRIPTIONS ANTIQUES DES PYRÉNNÉES”, Julien Sacaze.       Toulouse, 1892.
  • (3) “MITOS Y CREENCIAS”.   José María Satrustegi, pág. 90, 91.         Egin. Biblioteca.
  • (4) “MITOS Y CREENCIAS”.  Jose Maria Satrustegi, pág. 94, 95.           Egin. Biblioteca.
  • (5) “DICCIONARIO ILUSTRADO DE MITOLOGÏA VASCA”, Jose             Miguel de Barandiaran. Obras Completas, Tomo I. Biblioteca de       la   Gran Enciclopedia Vasca, pág. 58.
  • (6) “LOS VASCOS, Mitos leyendas y costumbres”. José Dueso.             Editorial LUR. Tomo I , pág. 20-30.

BASANDERE (LA Señora del bosque)

133.- BASANDERE

O “señora salvaje”, es un genio que aparece en la entrada de determinadas cuevas, donde peina su cabellera con peine de oro. Lleva vestidos muy elegantes y aparece en algunas leyendas como caprichosa. Se le suponen relaciones con Basajaun, al que se asemeja en apariencia, pero en femenino.
    Cuenta un viejo relato que una noche,
“en la entrada de una cueva de la montaña de Mondarrain (Ezpeleta (Lapurdi), peinaba Basandere su enmarañada cabellera con peine de oro. Un pastor de Itxasu le robó el peine y huyó precipitadamente. Basandere le siguió; pero, cuando iba a echarle mano, el ladrón tocó una peña a la que en aquel momento habían alcanzado los primeros rayos del sol naciente, entonces Basandere le dijo estas palabras: “da gracias al sol” y se retiro a su cueva de Mondarrain.”
   “En el camino que sube de Mendive a la montaña de Irati, se halla la ermita de Salbatore. Basandere, que vivía en una cueva de Galharbeko-potxa, lugar situado cerca de Irati, poseía antes ese candelabro robado, al parecer, por Basajaun. Un hijo del caserío Lohibarria (Mendive) pasaba por aquel paraje con sus vacas, cuando vió lucir al sol el candelabro que acababa de ser bruñido por su dueña, la cual estaba a la sazón ocupada en peinarse con peine de oro. El joven pastor pidió insistentemente el candelabro a Basandere y ésta acabó por entregárselo. El pastor lo llevaba a la ermita de Salbatore. Basandere le vió y empezó a protestar a gritos y a perseguirle. Basajaun, desde el alto del monte se apercibió de lo que pasaba y se lanzó también tras el joven. Este, que estaba llegando a Salbatore, dijo a gritos: “Jon Doni Salbatore, zuretzat nuen, othoi urrikal  zakizkit!” (“Señor San Salvador, lo traía para usted; por favor, tenga piedad de mí”). Al instante la campana de Salbatore empezó a sonar y Basandere y Basajaun se detuvieron. Este último dijo a gritos: “Te ha valido esa maldita campana; pero el día que yo te sorprenda en ayunas, lo pagarás”.
   Unos días más tarde, el joven pastor de Lohibarria iba en ayunas al monte, tras una jornada de trilla. Le sale al encuentro Basajaun. El pastor se acuerda entonces de la amenaza y, llevando la mano a la cabeza, encuentra en la maraña de sus cabellos unos granos de trigo, que luego lleva a la boca y rompe así el ayuno. Basajaun desapareció al instante. (1)

   Los habitantes de Mendive (Nafarroa Beherea) han intentado llevar el candelabro al pueblo para tenerlo más protegido, pero nunca han conseguido bajarlo más allá del collado de Haritz-kurutxeta. El candelabro sigue en la ermita de San Salvador de Mendibe.

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(1) “DICCIONARIO ILUSTRADO DE MITOLOGÏA VASCA”, Jose Miguel de Barandiaran. Obras Completas, Tomo I. Biblioteca de la Gran Enciclopedia Vasca, pág. 58 y 59.
 

JENTILAK (Los gentiles o paganos)

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   El término “jentil”,en euskera, procedería del latino “gentilis”, identificado con el concepto de pagano para los cristianos. Eran el pueblo legendario vascón de la Edad de Piedra, desconocedor del hierro. Habitaban en las tierras altas y en las montañas y  poseían una fuerza descomunal y son por antonomasia los gigantes del folklore vasco. Conocidos en la Baja Navarra y en algunas zonas de la Navarra peninsular como “Mairu” (literalmente “Moro”). Es de resaltar que en muchas partes de la península  se denomina  genéricamente “Moro” a los seres mágicos, como por ejemplo a las encantarías o hadas pirenaícas aragonesas se les denomina moras o moricas.
Figuras similares pueden encontrarse en las mitologías de toda el área cantábrica hasta Galicia, donde también se habla de mouros, mouras sentís (gentiles) y bueyes que guardan las cuevas.
Se resistían a bajar al valle, porque las pocas veces que lo hicieron volvieron escaldados a su refugio en los montes. Con su natural inocencia y candor eran engañados por los arteros habitantes del valle.
De estos seres mitológicos se ha contado que eran tan altos que podían pasear por el mar sin mojarse la ropa, solo con remangar los pantalones.
También cuentan que, para atarse las abarcas se sentaban en una roca, apoyando el pie en otro promontorio.
Un jentil, de pie a horcajadas entre el tejado de un caserío de Urdain y una peña de Sarobe, se puso a orinar de forma tan espectacular que formó una sima de cuyo interior aun hoy sigue manando agua.
Su deporte preferido consistía en lanzar enormes peñascos de un monte a otro, Así el menhir de Saltarri (Aloza, sierra de Aralar), fue lanzado por un jentil desde Murumendi; del menhir de Elordiko-arria (sierra de Andia), cuenta la tradición que fue arrojado hasta allí por los jentillak, desde algun lejano lugar. Los mismo se dice de algunas peñas que afloran a la orilla del mar, como el peñasco de Amil (Mutriku) o la peña Aitzbiril (Ondarroa) supuestamente lanzada desde Santakruzmendi.
En muchas regiones del Euskal Herria se creía que los monumentos prehistóricos estaban construidos  por los JENTILLAK, pues se les atribuía gran vigor físico e intelectual. Por ello, muchos de estos monumentos tienen nombres que los relacionan con los JENTILLAK, “jentilbaratzak” son los cromlechs (círculos de piedras) y “jentilarri” o “jentiletxe” los dólmenes. Lo mismo ocurre con algunas cuevas como “Jentilzulo”, “Jentilkoba” y accidentes naturales rocosos, “Jentil-zubi”, “Jentil-leio”. La abundante toponimia que alude a estos seres mitológicos precristianos esta ampliamente extendida por toda Euskal Herria.
Por lo general, su presencia nos llega a través del tiempo como algo opuesto al cristianismo, Sin embargo no es difícil ver en ellos al vasco prehistórico, alto y fuerte, habitante de la montaña, cercano a la naturaleza e irreductible en sus creencias animistas ancestrales.
Algunas leyendas  nos los presentan como amigos de los humanos, incluso colaborando con estos en distintos oficios o participando en la construcción de diversos templos.  En otros lugares se vincula la edificación de iglesias y ermitas con la desaparición de los antiguos gentiles, númenes y genios. Pese a todo, la nueva religión no supuso la desaparición de las antiguas creencias. Muchas  siguieron vivas y otras readaptadas a la interesada interpretación cristiana, transmitiéndose de generación en generación al calor del “bekosue” de “llar” de nuestros caseríos desperdigados por los montes y llegando hasta nuestros días.
Se desprende de la tradición oral que, la llegada del cristianismo iba a suponer la desaparición de esta raza de gigantes, léase, a la vista de los anteriormente comentado, la desaparición del vasco apegado a las viejas creencias. La leyenda de “Kixmi” (mono) así lo recoge. Sigamos de la mano de Aita Barandiarán:
             “… los gentiles se divertían un día en el collado de Argaintxabaleta, en la sierra de Aralar, cuando vieron que del lado de Oriente avanzaba hacia ellos una nube luminosa. Asustados por el fenómeno, llamaron a un sabio anciano y le condujeron a aquel lugar para que contemplase las misteriosa nube y les declarara lo que ésta significaba. El anciano les dijo: — ha nacido Kixmi y ha llegado el fin de nuestra raza; echadme por el vecino precipicio— . Y los suyos le echaron peñas abajo y, seguidos de la nube luminosa –huyendo de la misma—corrieron hacia Occidente, y al llegar al vallecito de Arraztaran, se metieron precipitadamente debajo de una gran losa que desde entonces se llama Jentilllarri “sepultura de los gentiles” o “piedra de los gentiles”: es el dolmen de este nombre, …/… Así tuvo fin la gentilidad, según la leyenda”. (1)

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(1) “DICCIONARIO ILUSTRADO DE MITOLOGIA VASCA”, Jose Miguel de Barandiaran. Obras Completas, Biblioteca de la Gran Enciclopedia Vasca, pág. 132.
 

TARTALO (EL antropófago de un solo ojo)

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   Es curioso que el genio maligno por antonomasia de la mitología vasca sea un genio importado. Son demasiadas las coincidencias con el Polifemo del poema de Homero en la mitología clásica griega y aparece en la tradición mítica de muchos países. Sin ir más lejos, en la castellana y cántabra aparece  con el nombre de Ojanco. No es por lo tanto un personaje propio y singular de nuestra mitología y su figura es totalmente negativa.
   Este cíclopè, de aspecto o apariencia humana (antropomorfo) pero con un solo ojo en la cara, forzudo y gigantón, es antropófago y se dedica diariamente al pastoreo, siendo considerado como el primer pastor de ovejas. De instintos salvajes y muy agresivo, secuestra jóvenes (supongo que por aquello de la carne más tiernita) que se ponen a su alcance y los devora. Este perverso personaje es el protagonista de nuestros relatos más aterradores.
   En Markina ( Bizkaia) se le conoce con el nombre de “Alarabi” y creen que tiene un pie de forma circular, como Basajaun. Es también conocido en otros lugares como “Torto” y “Anxo”.
   En Zegama, donde se recogen la mayoría de leyendas y creencias en torno a este personaje, localizan su morada en el monte Sahadar, justamente en un dolmen denominado “Tartaloetxe” o casa de Tártalo y la “landa” donde se ubica se conoce como “Tartaloetxeeta” o lugar de la casa de Tártalo. Existen también referencias a él, en el valle de la Burunda y en todo el Goiherri (Gipuzkoa), principalmente en Ataun, donde en una cueva de Muskia, se cree habitó. 
   Los hombres se defendían de su fuerza sobrehumana y su irracional crueldad valiéndose de astucia e ingenio, como queda reflejado en casi todas las leyendas que hablan de este genio mítico.
   Para conocer un relato, quizá el más famoso de ellos, vamos otra vez de la mano de nuestro querido Aita Barandiarán, fuente  de sabiduría mitológica vasca, que investigó y recogió en sus escritos:                                                            
Contado en 1920 por don Juan de Zabaleta, cura de Ursuaran:
caserío salieron monte arriba con intención de cazar.
           Cuando recorrían el monte, empezó a tronar , y viendo que un gran chubasco les venía encima, iban huyendo a lo largo de la meseta del monte Sahadar.  Allí vieron una gran choza y en ella entraron.
           Luego vino también un rebaño de ovejas y derechamente entraron todas. Finalmente también el pastor, hombre corpulento de un solo ojo: Torto.
           Torto cerró la puerta seguidamente con una gran piedra.
           Cuando vio a los de Antimuño, dijo al más viejo de los dos “tú, para hoy” y al otro “tu, para mañana”.
           De allí a poco metió el asador en el cuerpo al más viejo, lo asó al fuego y luego lo comió.
           Seguidamente se tendió en el suelo y se puso a dormir. Como los fuelles de una ferrería se movía su pecho, subiendo y bajando en fuerte respiración.
           Entonces el joven Antimuño cogió el asador y lo caldeó al fuego y se lo metió en el ojo a Torto. Se
       levanto Torto con su asador en el ojo y ciego, y andaba a tientas buscando al joven Antimuño; pero
       inútilmente: Antimuño se ocultaba entre las ovejas y pieles que allí había.
           A la mañana siguiente Torto abrió la puerta, y allí mismo con ambas piernas extendidas se plantó tieso. Llamando a las ovejas, a cada una por su nombre, empezó a mandarlas fuera una tras otra por entrambas piernas. También Antimuño, cubierto con una piel de oveja, pasó entre las piernas de aquél y huyó fuera. Torto se dio cuenta y empezó a perseguirle, atento al ruido del roce del fugitivo. Empeño inútil: Antimuño se echa en un pozo y se escapa a nado. También Torto se echa; pero no sabiendo nadar, se ahogó allí mismo. 
TARTALO 1 con sello
138.- TARTALO
136.- TARTALO

LAMIAK  (Las lamias)

143.- LAMIAK

   Es el hada del folklore de Euskal Herria, genio de sexo femenino que se caracteriza por poseer una figura antropomorfa (apariencia humana) de cintura para arriba, pero que por pies, tiene garras, patas palmípedas o cola de pez de cintura para abajo en nuestra zona costera. El área en la que se cree en ellas coincide con la zona donde se habla euskera.
   Son muy populares en Bizkaia, sobre todo en la zona de la costa y se habla muy poco de ellas en Gipuzkoa, Nafarroa y Araba. Son muchos los toponímos que hacen referencia a las lamias. Lamiako, “Lamiaran” —valle de las lamias—es un topónimo del termino municipal de Mundaka, hoy formando parte del puerto de Bermeo. En Altamira (Busturia) existe una cueva llamada Morozillo, habitada por una lamia.
   Destaca por su belleza, que enamora a los humanos, con los que no son excesivamente malignas, siempre, eso sí, que se tomen las debidas precauciones. Por lo general vivían en las orillas de los ríos, en cuyas aguas se sumergían al escapar de la presencia humana. También aparecen en cuevas y se les relaciona con los genios de las profundidades subterráneas. Se les tiene por muy longevas, y se suele decir de ellas que pueden vivir cientos de años. Es frecuente que aparezcan peinándose sus cabellos con un peine de oro. En lo
las muchas leyendas que corren sobre ellas a lo ancho y largo de nuestro país, se recoge que algunos humanos se han apropiado de estos valiosos peines, pero lo han hecho con gran riesgo para su integridad física.
    También nos encontramos con relatos en los que las lamias  se enamoran de los humanos, e incluso se casan con ellos y tienen hijos, pero casi siempre esta unión ha resultado, a la larga, fatal.
    “Maitagarri”, las denominaban los escritores del siglo XIX, cargados de romanticismo, mostrando a estos númenes como exageradamente sensuales y seductoras, en consonancia con ciertas hadas del folklore europeo.
     Maide sería la lamia macho con parecidas funciones que aquella.

HERENSUGE y SUGAAR (El dragón y/o serpiente)

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    He decidido agrupar en un solo apartado a ambos seres porque sus diferencias aparecen confusas y entreveradas en muchos relatos.
   El dragón primigenio se llama, en euskera, “Egansuge”, “Herensuge”, “Erensugue”, “Iraunsuge”, incluso “Lerensugue”,“Sierpe” en Lekeitio. Es un genio de las profundidades, diabólico carnívoro y sanguinario que también aparece en forma de serpiente. Su afición preferida es devorar animales y seres humanos, cuando no secuestrar doncellas. Aunque casi siempre se le representa con una sola cabeza, en algunos relatos es representado con siete.  Sus habitaciones más renombradas son: La caverna de Ertzagania (sierra de Ahuski), la supuesta sima de Aralar (Santuario de San Miguel), Murugain en Moindragón, peña de Orduña, etc.
   Cuando vivía en la sierra de Ahuski, atraía con su aliento los ganados que pacían en los contornos. En Aralar,  en Muragain y en la Peña de Orduña, se dice que se alimentaba de carne humana.
   En Ezpeleta refieren que al formársele la séptima cabeza se pone en llamas y, haciendo un ruido espantoso, vuela raudo hacia el mar del poniente atardecer, de tonos rojizos, sumergiéndose en el mar en “Itxasgorrieta” (región de los mares bermejos).
    HERENSUGE, siguiendo la huella del grupo de teatro Orritz-Iskidi, integrantes de la Mascarada, cuyas figuras he recreado, es como denominaré en adelante a nuestra “serpiente alada”, que es la traducción literal del termino. Cabe reseñar, siguiendo lo escrito por Julio Caro Baroja (1), que, partiendo de una de sus denominaciones, “Lerensugue”, si a “leren” le damos el valor de “lehen”, podríamos pensar que esta forma se halla relacionada con la idea de “antiguo”, aplicado al enemigo antiguo, a la serpiente  antigua, el demonio en suma.    Otros pueblos  han visto al dragón como un intermediario entre los hombres y la divinidad, siendo constantemente relacionado con el agua, la fertilidad de la tierra, la fecundidad femenina, los fenómenos teluricos y el mundo subterráneo.                                                                 
   Se le confunde muchas ocasiones con “Sugaar”, una enorme y terrible culebra macho que habita en las
profundidades de la tierra y sale a la superficie por simas o cuevas. Se le considera compañero sentimental de Mari, la diosa de la mitología vasca. Los Viernes, cuando se juntan los dos para mantener relaciones, surgen increíbles tormentas.                                                                                   
   Suggar parece ser más antiguo que Herensuge y quizá derivó a éste por contaminación foránea, ya que la figura del dragón  es frecuente en la mitología Europea y mundial.                                                        
    Parece ser que a medida que Sugaar perdía fuerza en las creencias populares, Herensuge la iba ganando, ya que las menciones a Sugaar se conservan en  lugares aislados, menos permeables a culturas extrañas, en donde no hay referencias del nuevo genio, indicio claro de su mayor antigüedad en el país. Resumiendo podríamos concluir, que Sugaar parece ser un númen auténticamente nuestro y Herensuge es la figura resultante de un fusión-adaptación al dragón, muy común en la mitología de la vieja Europa.                    
   Siendo Herensuge un genio muy repetido en los relatos populares, algunos escritores se hicieron eco de ellos, como Agustín Chao en su descripción “La serpent du Valdextre” (“Biarritz entre les Pyrénées et l´Océan”, pág. 176. Bayonne) y Juan Delmas en su “Guía Histórico-descriptiva del viajero en el Señorío de Vizcaya (Bilbao, 1864).
   Vamos a incluir una leyenda de cada númen, para que no se nos acuse de favoritismos.
        “Dos hermanos vecinos del caserío Iturribeiti de Bargondia (Dima) vieron a Sugoi (Sugaar) en figura de serpiente dentro de la cueva de Bálzola. El menor de ellos le cortó la cola de una pedrada. El mayor, más compasivo, no aprobó esta conducta. Más tarde, hallándose este último muy lejos de su tierra y afectado por sentimientos de nostalgia, fue transportado instantáneamente a la cueva de Bálzola por un nombre desconocido. Al despedirse en la boca de la  cueva, el misterioso bienhechor le dio una caja llena de oro para él y un ceñidor rojo para su hermano. Este no quiso ponerse el ceñidor y lo ataron a un nogal que había delante de su casa. Al instante se incendió el árbol y no quedó en su lugar más que una sima profunda”. (2)
   La sublimada leyenda que habla de la lucha entre Herensuge y el caballero de Goñi, es probablemente la más conocida en toda nuestra geografía. Versión vasca de una leyenda universal. Teodosio de Goñi, caballero y guerrero, mendigo y eremita, es para nosotros el penitente de las cadenas. Esquema medieval de un viejo mito (San Albano en Hungría, San Julián el Hospitalario, etc.), con el camino de Santiago como probable vehículo y nuestro dragón como uno de los protagonistas.
           Don Teodosio de Goñi, mítico caballero navarro, partió a luchar en tierra de moros, al regresar años después, engañado por el demonio, asesinó a su padre y a su madre en su propio tálamo conyugal, al tomarlos por su esposa Biandra y un amante. Consumado el  parricidio y percatado por su esposa de la terrible equivocación, se encaminó a Roma para alcanzar la absolución del Papa, al parecer el único que podía perdonar semejante crimen. Este le impuso como penitencia vagar errante arrastrando una pesada cruz al hombro, y llevando una argolla colgada del cuelo y cadenas pendientes de la cintura. De tal guisa, ya de regreso a su tierra, acertó a pasar cerca de la sima de Aralar, ante la cual descubrió a una muchacha que lloraba muy afligida. Le preguntó que le sucedía y entonces ella le explico como en aquella cueva habitaba Herensuge y que esperaba allí a ser devorada por el monstruo, por haberle tocado en suerte ese fatal destino para bien de su pueblo, que entregaba una doncella al año para evitar mayores desmanes. El caballero Don Teodosio no pudo menos que ocupar el puesto de la muchacha y luchar a brazo partido contra el dragón. Pero sus fuerzas eran muy pocas comparadas con las del genio. A punto de desfallecer, pediría ayuda a San Miguel Arcángel, invocándole con fervor, y éste bajó del Cielo y mató a Herensuge con su espada de fuego. También rompería las cadenas del valeroso penitente, cuya culpa quedaba así expiada. Don Teodosío de Goñi decidió levantar un templo en aquel lugar, en honor de San Miguel para retirarse con su esposa, a vivir en oración en aquel templo. Allí sigue hoy día el templo de San Miguel de Excelsis en la cima de Aralar.
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(1) “RITOS  y MITOS EQUIVOCOS”, Julio Caro Baroja, pág.207.Ediciones Istmo. Biblioteca de estudios críticos. Sección de Antropología. Madrid, 1974.
(2) “DICCIONARIO ILUSTRADO DE MITOLOGÏA VASCA”, Jose Miguel de Barandiaran. Obras Completas, Biblioteca de la Gran Enciclopedia     Vasca, pág. 221.

GIZOTSO (El lobo)

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   Este personaje mitológico aparece en distintas culturas por todo el ancho mundo.
   Es el “hombre – lobo”, un ser considerado como monstruo — medio hombre y medio lobo – que habita en los parajes más selváticos y sombríos de los bosques y a veces hace su aparición de noche cargado de cadenas. Se le considera genio de las tinieblas y con estrecha vinculación con Illargui (la Luna).
  En la región de Valcarlos (Nafarroa) le atribuyen fuerzas descomunales y un pie de forma circular.
  En Arratia se le cree producto de trato nefando entre un humano y un lobo..
  En Euskal Herria se conservan pocas leyendas que se ocupen de este númen mitológico, tan popular en otras mitologías europeas. Narra, Jose Miguel de Barandiaran:
              Dicen que en un lugar denominado Aginao (Zeanuri) vivía una mujer. Desde Urkia vieron que el “gisotzo”  venía de Biderbineta y gritaron a la mujer: “la de Aguinao, apresúrate, porque te viene el “gisotzo”. Dirigióse la mujer hacia su casa; pero el “gisotzo”  se le adelantó y le arrancó los pechos. (1)
139.- GIZOTSO—————————————————————————————————

(1)  “DICCIONARIO ILUSTRADO DE MITOLOGÏA VASCA”, Jose Miguel de Barandiaran. Obras Completas, Biblioteca de la Gran Enciclopedia Vasca, pág. 96.

 

GAUEKO (El genio malévolo de la noche)

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  Es un genio nocturno de carácter maléfico. Su nombre significa “el de la noche” y se apodera de las personas que realizan ciertas labores de noche y fuera de sus viviendas, o de los que andan por el monte.Un antiguo dicho vasco dice: “el día para los del día y la noche para los de la noche”. Los vascos veían la casa como un templo protector, en el que los hombres debían permanecer entre la media noche y el canto del gallo, que es cuando reinan los espíritus maléficos. Gaueko es la noche personificada y no permite que los hombres realicen ciertas labores durante la noche, castigando a quienes lo intentan. Sobretodo si encima tratan de hacerse los valientes, alardeando de no tener miedo a la oscuridad, a la soledad y silencio de esas horas nocturnas. Se hace notar como una ráfaga de viento mientras pronuncia su sentencia: “Eguna egunezko-arentzat eta gaua gauekoarentzat”. Algunas veces aparece en figura de vaca, otras en la de un monstruo.
    Son muchos los relatos en los que Gaueko castiga las apuestas nocturnas. Veamos uno:
        “ Cuentan en Atáun que antiguamente se reunía, todas las noches, numeroso grupo de hilanderas en el caserio Lauzpelz (hoy derruido). Una vez la muchacha del caserío apostó con sus compañeras a que traía agua de la fuente de Joxintxiota situada en el monte cercano. Y tomando una herrada se encaminó hacia la fuente, mientras las demás hilanderas la observaban desde el portal del caserío a la luz de la luna. De vez en cuando le gritaban “¿dónde vas?” –en tal sitio-, contestaba ella, nombrando el sitio por donde iba. Pero en una de las llamadas, ella no contestó. Repetían la pregunta sus compañeras; pero ella ya no contestaba. Las hilanderas del portal se asustaron ante la idea de que algo malo había ocurrido a su compañera. En esto, una ráfaga de viento sopló en el portal de Lauzpelz y dejó oir estas palabras: “Gaue Gauekoontzat eta eune eunezjoontzat”(la noche para Gaueko y el día para el del día). Y ya no se supo nada de la muchacha. (1)
140.- GAUEKO
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[1]  “DICCIONARIO ILUSTRADO DE MITOLOGÏA VASCA”, Jose Miguel de Barandiaran. Obras Completas, Biblioteca de la Gran Enciclopedia Vasca, pág. 94.

AKERBELTZ (EL MACHO CABRIO NEGRO)

135.- AKERBELTZ

141.- AKERBELTZ

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Publicado por en 28/11/2013 en MITOLOGÍA VASCA

 
 
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